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miércoles, 30 de junio de 2010

Amplia información de: Los TEMPLARIOS

Los Guerreros de Cristo tienen una larga historia llena de altibajos. Los teóricos de la conspiración dictaminan que la organización del Templario no murió con Jacques de Molay, sino que pasó a un segundo plano. Los estudiantes religiosos contemplan a los Templarios como la expresión de los más grandes guerreros de la Iglesia, que tuvieron comprensión de asuntos que ningún hombre debería conocer. Por su parte, los Templarios que aún quedan se ven a sí mismos de ambas formas. Son los supervivientes que defienden la Iglesia bajo la férula de poderes a los que sacrifican sus almas si se les ordena. Si Dios pide un sacrificio, suyos serán los cuerpos y las almas sacrificadas.
Fundados en el 1119 d.C. para defender a los peregrinos de los ataques infieles en Tierra Santa, los Templarios surgieron como la unión de los conceptos monásticos y de los caballeros. Aunque originalmente sólo fueron un grupo de nueve caballeros franceses, estos guerreros santos ocuparon un ala del propio cuartel del Rey Latino Balduino, en lo que antaño fue el Templo de Salomón en Jerusalén. Así nació su nombre, la Orden Militar de los Caballeros del Templo de Salomón, normalmente llamados Templarios. El reconocimiento de su existencia por parte del Papa le condujo a una vida de pobreza, castidad y obediencia como muchas otras órdenes monásticas. Actuaron durante nueve años antes de recibir su regla oficial (un conjunto de instrucciones que regulan cómo comer, vestir, vivir y operar) de parte de Bernard de Claireux, un respetado obispo y teólogo. Valientes y duros, los Templarios lucharon por la cristiandad en Tierra Santa, ganando tanto el respeto como la admiración de sus enemigos. Su reputación como guerreros que rehusaban huir del combate incluso cuando lo tenían todo en contra para vencer atrajo a otros muchos ala Orden, y sus filas se multiplicaron rápidamente. Pronto, los Caballeros establecieron Preceptorios por toda Europa, y en Tierra Santa. Muchas familias nobles cuyos hijos pertenecían a la Orden les donaron tierras, e igualmente hicieron los monarcas que valoraban sus servicios en sus propios reinos.

El mayor logro de los Templarios fue la introducción del concepto del banco. La rica Orden estaba tan extendida que comenzó a aceptar dinero de viajeros, dándoles cartas de crédito y permitiéndoles retirar esa misma cantidad de dinero en cualquiera de sus Preceptorios sito en lejanas tierras. Así, los viajeros podían hacer sus viajes sin miedo a que sus fondos fueran robados durante el camino, y llegaban a sus destinos sabiendo que su dinero les esperaba, a salvo, bajo la custodia de los monjes-guerreros. Muy pronto, los Templarios se convirtieron en prestamistas, ofreciendo sus riquezas a los reyes y nobles con necesidad de dinero en metálico a cambio de intereses en sus inversiones. Tales prácticas les hicieron ganar aún más influencia mientras los monarcas de Europa acudían a ellos cuando necesitaban dinero inmediato. Por desgracia esto propició que la Orden se convirtiera en el banco de la avaricia y la envidia.

Los enemigos de la Orden hicieron correr rumores de la corrupción de los Templarios, aseverando que habían sucumbido al paganismo, o a algo aún peor. Al debilitarse el interés por la Orden en Europa, los defensores no reclutaron más voluntarios, y los musulmanes reconquistaron todo lo que el reino latino había "liberado". Con la pérdida de Tierra Santa, los peregrinos dejaron de viajar hasta allí, y la Orden perdió la razón de su existencia. Aunque trataron de organizar nuevas campañas para reconquistar Tierra Santa, fueron incapaces de llevarlas a cabo, y los rumores florecieron entre acusaciones.

En 1307, actuando según las órdenes del Papa que él mismo había colocado en el trono papal, Felipe el Hermoso (el rey de Francia) ordenó el arresto de los Templarios y el embargo de sus casas y bienes en toda Francia. Durante los siguientes años los Templarios fueron arrestados y obligados mediante tortura a realizar increíbles confesiones, siendo juzgados y condenados por herejía. Algunos fueron ejecutados; a otros se les permitió retractarse y formar parte de otras órdenes monásticas para vivir una vida de penitencia. Todo esto confundió a muchos (especialmente a aquellos que no creían en la culpabilidad de los Caballeros), y muchos confesaron pecados que iban desde la sodomía hasta la herejía, o incluso la adoración al diablo y la profanación del nombre de Cristo y su imagen. Sin embargo, nada de esto debe sorprender considerando las horribles torturas que sufrieron. Hechos posteriores demostraron que Felipe actuó por pura avaricia (debía a los Templarios una enorme suma de dinero que no podía pagarles) y que sus torturas fueron designadas para obligar a los Caballeros a revelar la localización de su renombrado tesoro, que nunca fue encontrado. Así que añadió los cargos anteriores para justificar el trato dado a los monjes-guerreros de Cristo. Jacques de Molay, que se creía era el último Gran Maestre de la Orden, se retractó más tarde de su confesión, asegurando que su única traición fue para con su Orden al admitir cargos fraudulentos en un intento de evitar una tortura mayor. Fue quemado en la hoguera no sin antes, según dicen, lanzar una poderosa maldición que algunos creen causaría la destrucción del rey Felipe.

El Papa disolvió la Orden de los Templarios, y ésta desapareció de la historia cuando sus miembros supervivientes se fundieron en la oscuridad. Tres de los fundadores originales eran magos cristianos que pertenecían a la Cábala del Pensamiento Puro. Creyendo que las peores amenazas para los cristianos serían las sobrenaturales, ofrecieron una alianza entre los Caballeros y la Cábala. Otro grupo mágico que más tarde sería conocido como el Coro Celestial tuvieron a su vez vínculos con los Templarios, pero su comprensión de la doctrina religiosa admitía más bien un cristianismo no conformista en vez de una estricta adherencia a la doctrina tal y como la Iglesia enseñaba. Algunos miembros de los Caballeros Templarios escogieron a los miembros del Coro antes que la Cábala, lo que debilitó la unidad de la Orden.

No todos los Templarios (o al menos la mayoría de ellos) estudiaron magia. Por el contrario, actuaban como el fuerte brazo derecho de la Iglesia y como los ejecutores de la Cábala. Los miembros de la Cábala avisaron a de Molay antes de ser arrestado, permitiéndole ceder el mando a un nuevo Gran Maestre y ayudar a varios Caballeros a huir, llevándose su tesoro con ellos. Siendo la Orden proscrita, los refugiados Templarios se vieron obligados a adoptar el papel de tropas de elite para la Cábala a cambio de santuario.

En 1325, varias facciones incluyendo la Cábala, se unieron bajo la Orden de la Razón para combatir contra los horrores sobrenaturales que amenazaban la cristiandad. Los Templarios fueron sus mejores guerreros, armados y equipados con lo mejor que podía producir los Artífices. Entonces llegó la Reforma. El lema "un mundo, un Dios" ya no podría ser debatido nunca, porque la cristiandad se fracturó en docenas de pequeños grupos. Algunos Caballeros permanecieron fieles al catolicismo, pero otros abrazaron la Reforma. La orden nunca combatiría de nuevo la herejía. Los Caballeros optaron por aceptar a cualquiera que creyera en Cristo.

Hacia 1837, el mundo había cambiado significativamente, y los Templarios no eran más que agua pasada para los grandes planes de la Orden de la Razón. Con la necesidad de reforzar su visión de ciencia y progreso sobre superstición y fe, la Orden de la Razón reveló su propósito de abandonar la religión. Los Caballeros servirían como poderosos guerreros que plantarían cara al resto de las religiones.

Durante las siguientes semanas, los Templarios se reunieron y trazaron planes. La Orden de la Razón asedió su cuartel general usando su reciente creación: el HIT Mark. Simpatizantes de la Cábala que se encontraban entre los Templarios consiguieron hallar un pasaje seguro para escapar de los enemigos, que irrumpían en la fortaleza y los Caballeros huyeron en masa con un recién elegido Gran Maestre, mientras el antiguo se quedaba defendiendo la fortaleza y muriendo allí.

Los supervivientes pasaron de nuevo a la clandestinidad y juraron continuar con su sagrada misión. Cuando volvieron a aparecer, habían adoptado las cuatro directrices siguientes: el establecimiento de una nueva cristiandad, la continuación de la Orden de los Templarios, la defensa de los inocentes contra cualquier amenaza sobrenatural y la erradicación de la Orden de la Razón. Sus campos de batalla serían las universidades, las editoriales y la arena política, donde antaño combatieron abiertamente. Así, fomentaron la ética y las creencias cristianas de forma disimulada en estos lugares. Aunque son capaces de proveer soldados bien entrenados para combatir el mal o lo sobrenatural, en la actualidad combaten mucho más en las salas de juntas y en los juzgados. Los Despertados que existen entre ellos tienen la creencia de que sus poderes han sido donados por el mismo Dios.

Hoy en día, con la Tecnocracia apretándoles el cuello y con pocas posibilidades de reclutar nuevos miembros, algunos han propuesto admitir mujeres dentro de lo que era una Orden estrictamente masculina. Aunque aún no han dado este paso (se supone que son monjes, después de todo), algunos han creído necesario hacer las paces y unirse al Coro Celestial. Otros han abandonado los Templarios y se han separado de la organización central, amparándose en la aceptación de los Coristas de religiones no cristianas. La mayoría, empero, se ha reconciliado con la idea de que, aunque los Coristas pueden estar equivocados, al menos creen en Dios. Esperan perseverar ante las aplastantes dificultades para devolver de nuevo al Coro sus raíces cristianas. Tanto si lo consiguen como si no, al menos ganarán aliados contra los traidores sin Dios de la Tecnocracia.

ORGANIZACIÓN:

Los Templarios observan una organización estricta y jerárquica. El Gran Maestre gobierna de por vida la Orden con poder absoluto. Trabaja directamente para el progreso de Dios y la Iglesia, y sólo mediante el voto de los Senescales puede ser expulsado. Los Senescales aconsejan al Gran Maestre y a menudo actúan como coordinadores de la Orden, cuidando del tesoro, los programas de entrenamiento y la situación militar. Por debajo de los Senescales están los Comandantes en Jefe, que supervisan los países pequeños o las provincias de los países más grandes. El Comandante en Jefe informa a los Senescales y coordina las actividades de los Templarios en sus dominios. Los Preceptores gobiernan sobre los Cabildos, apoyados por Caballeros-Hermanos y Sargentos de la Alianza (Hermanos que han sido reconocidos por su valor particular o sus contribuciones). Los Caballeros-Aspirantes integran las filas de los novicios que esperan convertirse en miembros de la Orden.

Es importante resaltar que, aunque la Orden mantiene Cabildos armados, los Caballeros no pasan los días tras sus muros. Al contrario, trabajan como clérigos, hombres de negocios, mercaderes, abogados y otras profesiones comunes: el Cabildo se utiliza para las reuniones, los entrenamientos y como almacén de suministros.

Los acólitos y los Caballeros-Aspirantes son seleccionados cuidadosamente por la Orden e invitados a unirse tras profundo análisis. Debido a los fuertes lazos de los Templarios con la Iglesia, sólo aquellos que han mostrado una visión y una devoción igual a la de la Orden son admitidos, y los Templarios son cautos casi hasta la paranoia con la gente a la que incorporan entre ellos. Los aspirantes deben pasar por pruebas, y a menudo se les requiere para que asistan a la Orden sutilmente. También obtienen un mínimo entrenamiento y una gran cantidad de instrucción religiosa. Estos iniciados son llevados a la Capilla del Cabildo local, donde pasan por un ritual de caballería, y entonces hace votos a la Orden, siendo armado como un nuevo Hermano.

Los Templarios no aceptan mujeres entre sus filas apoyándose en pasajes bíblicos y en la tradición. Esta práctica no ha estado exenta de polémica, y de hecho, algunos de los Templarios más liberales que han desertado al Coro Celestial han comenzado a iniciarlas.

FILOSOFÍA:

Mientras otros grupos tienen un amplio punto de vista sobre la religión y la magia, los Templarios creen en un solo Dios y en la salvación de la iglesia cristiana. De hecho, se ven a sí mismos como el fuerte brazo derecho de la iglesia, aunque actualmente están escondidos ya que el mundo se ha puesto en contra de las enseñanzas de su fe. Sin embargo, los rectos prevalecerán: los Templarios señalan los signos del libro de las Revelaciones de que el mundo se inclina hacia el final, y deben estar listos para salvar a los inocentes y defender las almas de los virtuosos contra las fuerzas del Infierno, ya que caminan por la superficie de la Tierra. Los Templarios tienen una norma muy simple: están los salvados, y están los condenados. Cuando suene la trompeta final, los Templarios custodiarán a los elegidos. Los débiles heredarán la tierra, pero sólo si sobreviven a las depredaciones del mal. Los Templarios tomarán el camino de la guerra y el estudio de las artes arcanas, quizá a costa de su propia condena, para salvar al resto del mundo.

FALLOS:

Naturalmente, la devoción del Templario por la iglesia cristiana es firme e inflexible. A pesar de que incluso los más liberales personifican a menudo las mejores cualidades de la fe, muchos siguen siendo severos y juiciosos, sosteniéndose aún en los dogmas reaccionarios del Antiguo Testamento. El cisma interno entre los Templarios más amables y los Templarios antiguos, menos dispuestos a perdonar, ha creado una fuerte división. Más importante es el hecho de que los Templarios pasan por verdaderas dificultades para reclutar nuevos miembros en esta época de apatía científica. Los enemigos son numerosos, y sus recursos limitados. Las riquezas materiales y la fe llegan hasta cierto punto. El fuerte brazo de la espada se cansa finalmente, y no hay lugar para el descanso.

HERRAMIENTAS Y ESTILOS:

Pocos entre los Templarios persiguen la "magia" activamente, aunque muchos están familiarizados con el ocultismo y las ciencias arcanas. Aquellos que se interesan en atraer los poderes celestiales lo hacen mediante las escrituras, la oración y a veces a través de suplicios impuestos por la iglesia, tales como el ayuno y la penitencia. Algunos Templarios se confiesan para purificarse. Otros continúan realizando vigilia durante una noche, rezando, seguida de un baño y abluciones rituales, para prepararse y recibir el poder de Dios. Los milagros y la santidad son sus sellos.

Unos pocos Templarios aún guardan el conocimiento de las viejas artes y los más inusuales ritos de la Orden. Estos Caballeros trabajan como armeros o guardianes del conocimiento. Algunos estudian las técnicas del enemigo para poder combatirlos. No es extraño encontrar un Templario versado en la Cábala, el Islam, o incluso un poco en el Infernalismo, usando este vasto conocimiento para comprender al enemigo. Los armeros y herreros de la Orden confían no sólo en las armas a cuerpo y las más modernas de fuego, sino que también trabajan armaduras corporales, vehículos y un poco de alquimia, específicamente los secretos de la forja del Primio

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